Esta es la temporada de graduaciones y reuniones escolares. Recientemente fui a Pensilvania para una reunión y celebración del quincuagésimo aniversario de mi generación de preparatoria (high school) de 1964.
Fue una gran fin de semana. Mi buen amigo y compañero de clase (¡desde 4to. grado!), Monseñor Robert Wargo no únicamente me dio estadía gratuita en su rectoría fuera de Allentown, PA, sino que también me dejó usar su carro. El sábado, manejé para visitar a mi hermana Pat en Hazelton y después hice un corto viaje a las fueras de Mahanoy City, mi hogar situado en un pequeño valle. Como es el caso con muchos pueblos de carbón donde crecí, las colinas a las afueras del pueblo proporcionaban un lugar natural para enterrar a los difuntos. Hice una parada en las tumbas de mis padres y de mi hermano y dije una oración. Después me fui a la reunión en el restaurante que no está tan lejos de la escuela preparatoria católica a la que asistí en ese entonces llamada Heart High School.
Al viajar las 10 millas al oeste de mi preparatoria, me di cuenta que estaba manejando la misma ruta que el camión escolar seguía cada día a la preparatoria. Recuerdos inundaron mi mente al recordar. Fue una aventura ir a la escuela católica. Yo fui el único en mi familia en ir y al reflexionar, aunque estaba a solo 10 millas, era la primera vez que dejé mi hogar y me aventuré. Abram tomó su primer paso a su peregrinar algunos 1800 años antes del nacimiento de Jesús y Dios lo guio a la tierra prometida de Canaán. Como todas las vocaciones que siguieron, y la mía fue una de ellas, la decisión de aventurar fue el primer gran paso. Es con frecuencia más apreciado al mirar atrás y trazar los pasos, y eso fue lo que hice al manejar a la reunión.
Pasé por la escuela preparatoria y decidí que tenía unos minutos para parar. La escuela desde entonces había cerrado y el cancel estaba cerrado. Dejé el carro y caminé un cuarto de milla hasta el camino de la entrada, y 50 años parecían como ayer. Tomé dos fotografías para tweet e hice una pausa para decir una oración. Aunque ha habido cambios en los edificios, se veían como en mis días de preparatoria en los sesentas.
Más tarde esa noche, recibí un librito conmemorativo especial preparado por los compañeros organizadores de generación quienes ¡realizaron un buen trabajo! Entre los tantos detalles en el librito, fue interesante ver que aprendimos de 15 hermanas (Immaculate Heart of Mary Sisters cuyo convento principal aún está fuera de Philadelphia), una señora laica (Mrs. Mack) y un hombre laico que también era nuestro entrenador de Basketball (Mr. Ratomski).
Además, un pequeño libro de recuerdos fue elaborado por cada compañero en la cena. A todos se nos pidió contribuí un recuerdo y esto es lo que escribí.
Puedo recordar la primavera de 1963 cuando participamos en “Ring Day” Fue un recuerdo muy especial para mi desde que dejé a mi generación al término de mi “junior year” para entrar a St. Charles Seminary en busca de formación para el sacerdocio. Recuerdo haber tenido que dar un pequeño discurso acerca del anillo como señal de fidelidad y lealtad durante la ceremonia de “Ring Day”. Además recuerdo nuestra reunión en lo que parecía un gran auditorio que realmente era muy, muy pequeño… Con los años mi anillo se perdió, pero el recuerdo del evento escolar y el significado del anillo no se perdieron. Después de 51 años, ahora uso un anillo de obispo que simboliza fidelidad y lealtad a Cristo y a la gente de Louisville a quien estoy llamado a servir. Claro que, otros compañeros usan anillos de bodas y otros signos de fidelidad y lealtad. Lo que compartimos en común después de medio siglo es la verdad que aprendimos – fidelidad y lealtad – en Immaculate Heart y esa base está con nosotros ahora. Por ello doy gracias a Dios.
Al final de la comida, cada persona se levantó y nos dijo de su vida desde la graduación. Fue rápido e incluyó bromas afables que nos llevaron de nuevo a nuestros días de preparatoria. Había 35 presentes con sus esposos(as). Nuestra generación originalmente tenía 113. Supe que 22 habían fallecido desde la graduación, por lo que el número de los presentes era bastante aceptable. Por supuesto que muchos, casados, y era extraño, especialmente en este tiempo que virtualmente todos han estado fielmente casados … algunos acercándose a los 50 años de casados pero la mayoría por los 45 años. El testimonio fiel que se enfocó en el mensaje de “Ring Day” ¡se ha tenido en cuenta también por la generación de 1964! Rezo por aquellos graduándose este año para que la base de principios católicos tome similarmente raíces en sus vidas.
Arzobispo Joseph E. Kurtz