Esperanza en El Señor — Mirando y esperando con gran expectativa

Archbishop Joseph E. Kurtz

Que pacífico y conmovedor es orar con los monjes en la Abadía de Getsemaní. El 13 de agosto, lunes por la mañana, el primer Salmo de la Oración Matutina fue el Salmo 5 con el inquietante tema “mirando y esperando”. De alguna manera esas palabras cantadas con la voz de 40 monjes unidos como uno, tienen una resonancia que permanece contigo todo el día.   

Mirando y esperando tiene la cualidad de permanencia en la expectativa presente de algo por suceder. La Temporada de Adviento capta esta cualidad mientras esperamos con expectativa la llegada de Jesús, tanto al término del tiempo como en el presente. San Pablo les dice a los Tesalonicenses (1Tes 3:12): “Que el Señor incremente su amor y se desborde el uno para el otro y para todos los demás así como lo hace el nuestro por ti. Que Él fortalezca sus corazones para que seas irreprensible y santo en la presencia de nuestro Dios y Padre cuando nuestro Señor Jesús venga con todos sus santos”.   

En un retiro de sacerdotes que dirigí este mes en mi alma mater, el seminario Saint Charles en Filadelfia, reflexioné en este tema. Mientras que muchas veces somos tentados a vivir en el pasado (preocupándonos por lo que ya pasó) o el futuro (con corazones pesados con responsabilidades futuras), el Señor Jesús nos invita a permanecer en el presente – mirando y esperando con gran expectativa.

En el retiro, hablé de una imagen enriquecedora en el libro “Into the Silent Land; A Guide to the Christian Practice of Contemplation” por el padre Martin Laird, O.S.A.  El padre Laird evoca la imagen de una montaña y el clima cambiante en la montaña. Reflexionando en la sabiduría de los antiguos Padres del Desierto (pensamientos también captados en psicología moderna), el habló del video que siempre corre en nuestras mentes. Él compara este “video” el cual los psicólogos llaman “charla con uno mismo” al clima cambiante en una montaña.

Algunas personas, supone el padre Laird, están tan enfocadas en la propia charla – el clima cambiante – preocupándose acerca de lo que acaba de pasar o temerosos de lo que podrá ser – que se ven a ellos mismos no como la montaña pero como el mismo clima. “Por toda una vida hemos tomado este clima – nuestros pensamientos y sentimientos – para ser nosotros mismos, tomándonos a ser este video en donde la atención está anclada. La quietud revela que somos la conciencia silenciosa y vasta en la que se reproduce el video. Para dar una mirada a esta verdad fundamental, es ser liberados, ser liberado de la trampa del cazador de aves (Salmo 123:7) Después él cita del primer verso del Salmo 124 “Quien siempre confía en el Señor es como el Monte Zion: Inquebrantable, permanece por siempre”.    

Recientemente celebré Misa para todos los maestros de primaria de las escuelas católicas en la Arquidiócesis y usé la imagen de un salón de jardín en donde los maestros son los jardineros pero Dios da el crecimiento. Hablé de una manera en que un jardinero mira las plantaciones con gran expectativa “mirando y esperando”.

Estas imágenes, fructíferas dentro de nuestra oración, necesitan penetrar nuestra conciencia diaria. Por cierto, hay eventos del pasado por los cuales hacemos penitencia, y hay retos del futuro que requerirán toda nuestra energía. En mi última columna escribí de los retos que enfrenta la familia de nuestra Iglesia con las recientes revelaciones de las violaciones de la castidad y el uso indebido del poder de un Arzobispo retirado. Estas revelaciones recientes apuntan fuertemente a la necesidad de renovar nuestros esfuerzos para erradicar el abuso sexual y el acoso en todos los niveles y tomar acción para purificar nuestra Iglesia. La próxima semana, nuestra Arquidiócesis participará en la auditoría anual de nuestras políticas y procedimientos de abuso sexual, incluyendo nuestros esfuerzos a fomentar ambientes seguros para niños y adolescentes que son tan vulnerables y merecen crecer en la gracia de Dios. Nos comprometemos a hacer este trabajo sabiendo que Dios estará con nosotros.   

En la Fiesta de la Asunción, promulgué una segunda carta pastoral de acuerdo a los frutos de nuestros discernimientos parroquiales y los próximos pasos a los cuales somos llamados. (Esta carta será publicada el próximo mes). En la carta, exhorto a un día de oración por el éxito espiritual de nuestros compromisos en el primer Domingo de Adviento este Diciembre. El Adviento es un tiempo adecuado para hacer un balance y renovar nuestros esfuerzos  al “mirar y esperar” con gran expectativa por la venida de nuestro Señor Jesús, tanto el ultimo día como en nuestros corazones este día. Con la gracia de Dios, evitamos ser las víctimas del clima siempre cambiante. En cambio, como la montaña del Señor, confiamos y buscamos Su reino.   

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