Esperanza en El Señor — Mi vocación y la influencia de las mujeres en la vida consagrada

Arzobispo Joseph E. Kurtz
Arzobispo Joseph E. Kurtz

En el año 2013, el papa Francisco declaró que un Año de la Vida Consagrada sería celebrado por todo el mundo, comenzando el primer domingo de Adviento, 30 de noviembre de 2014. Al hacerlo, él escogió el tema: “¡Despierten al mundo!” Este es el tiempo adecuado para honrar y celebrar los dones de tantas mujeres religiosas que en el pasado han tocado nuestras vidas y que han servido a la Iglesia — algunas aun sirviendo — tan bien. Le doy gracias a Dios por la manera que han “despertado al mundo” al amor de Jesucristo.

La exhortación apostólica de San Juan Pablo II, Vita Consecrata, del 25 de marzo de 1996, habla sobre el testimonio de pobreza, castidad y obediencia como cualidades que llevan hacia algo más en la vida. En este testimonio de mujeres y hombres religiosos, vemos nuestra jornada terrenal como un importante preludio de nuestra vida en el cielo, y somos atraídos a escoger un camino y virtudes que serán duraderas. De una manera bella escribe bajo numero 40, “La vocación a la vida consagrada, en el horizonte de toda la vida cristiana, a pesar de sus renuncias y sus pruebas, y más aún gracias a ellas, es camino ‘de luz’, sobre el que vela la mirada del Redentor: ‘Levantaos, no tengáis miedo’ ”.

Este es un momento apropiado de recordar el papel que las mujeres religiosas tuvieron en nuestras vidas. Al reflexionar en mi propia jornada, recuerdo el mes de septiembre de 1955, el cual parece haber sido hace bastante tiempo. Durante ese año, al entrar a cuarto grado, fui a la escuela St. Canicus en el pequeño pueblo minero dedicado al carbón de Mahoney City y conocí a las Monjas del Hábito Gris del Sagrado Corazón por primera vez. Mi pequeña escuela parroquial de St. Mary cerró sus puertas debido a la escasez de inscripciones, y mis nueve compañeros y yo tuvimos que buscar una nueva escuela.

En la escuela St. Canicus, solo a una cuadra de mi casa, disfruté 5 años de enriquecedora formación católica. Mirando al pasado, fui afortunado de tener maravillosas religiosas que me enseñaron del 1er al 12o grado, pero especialmente recuerdo a la hermana Mary Denis Woods, GNSH, que sirvió como directora y maestra del 7º grado en la escuela St. Canicus. Ella y yo aun nos escribimos y ella continúa inspirándome. ¡Este año es su 70o año de vida consagrada!

También recuerdo mi sexto año en donde la idea de servir a Cristo y a su Iglesia me vino a la mente por primera vez. La hermana Mary Denis fue de gran apoyo cuando comencé esta búsqueda de encontrar el propósito de Dios en mi vida.

Por supuesto que ha habido muchos otros que han ejercido una influencia en mi vida y mi fe; hay muchos que nombrar. No puedo olvidar recordar las Hermanas de Ss. Cyril & Methodius, las Hermanas del Inmaculado Corazón de María, las Trinitarias, las Hermanas de la Misericordia, las Hijas de la Caridad y las Hermanas de San José. ¡Todas ellas saben que necesario ha sido su testimonio para la fe!

Es bueno para nosotros recordar la gran influencia de las mujeres religiosas  – aquellas que han dedicado sus vidas a seguir a Jesús – por lo que veo, es raro el católico que no ha sido influenciado de manera positiva por alguien de la vida consagrada. Su testimonio fiel a través de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia nos estimulan a todos nosotros a encontrar a Jesucristo. Las primeras palabras del papa Francisco en Evangelii Gaudium reflejan la realidad vivida de las mujeres religiosas: “La alegría del Evangelio llena los corazones y vidas de aquellos que encuentran a Jesús”.

Cada uno de nosotros, a través de nuestro Bautismo, tiene una vocación. A fin de responder a este llamado vocacional, necesitamos la gracia de Dios así como la ayuda de otros en nuestra vida que nos ayudan a reconocer como nuestros dones pueden ponerse al servicio de Dios. Qué grande es el testimonio de hermanas como mi amiga, la hermana Mary Denis. Por favor oren por todos aquellos que se han comprometido a la vida consagrada y estén seguros de agradecerles.

Que ellos continúen ser inspirados por Jesucristo y respondan generosamente al don de Dios de sus vocaciones.

En una homilía en la Fiesta de la Asunción en el año 2011, el papa emérito Benedicto describió a nuestra santísima madre María como “el arca.” Recuerden que en el tiempo de Moisés el arca guió a la gente en su camino a la libertad. Así que al acercarse el mes de mayo, llamamos a María a ser la que nos guíe en nuestra vocación por la vida a la tierra prometida.

Arzobispo Joseph E. Kurtz

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