“Tú eres mi hijo amado, en quien me complazco”.
Así, la voz del Padre inaugura el ministerio público de Jesucristo en su Bautismo en el Río Jordán. Cuan apropiado celebrar esta gran solemnidad durante el mes de enero. Así como Jesús vivió su ministerio de manera pública, nosotros los miembros de la Iglesia estamos llamados a hacerlo de la misma manera. Como considero las varias oportunidades por la toma de conciencia y acción pública, es casi una letanía.
Comenzando con el primer día del mes el cual honra a María la madre de Dios, nos unimos al papa Francisco en el día mundial de oración por la paz. Este año el papa Francisco nos llama a superar la indiferencia y de tomar pasos positivos para promover la paz en nuestro mundo.
Permítanme mencionar algunos de esos pasos positivos que estaré tomando. El sábado pasado, nos reunimos como Iglesia para honrar al Dr. Martin Luther King Jr. Nos comprometimos de nuevo a la dignidad de cada ser humano, comenzando con una oración por harmonía racial y justicia que describió a cada persona humana como creada a imagen y semejanza de Dios, lo cual nos lleva a juzgar a las personas “… no por su color de piel pero por su carácter”. Cada uno de nosotros miramos nuestros corazones para reclamar ese amor y respeto por cada ser humano y promover un comportamiento responsable.
Esta semana también marca el 43 aniversario de la decisión de la Suprema Corte Roe vs. Wade, una acción de la corte que eliminó la protección de niños inocentes en el seno de sus madres. Nos reunimos el domingo en la parroquia St. Martin of Tours para la Misa Anual Conmemorativa por la Vida y el jueves me uniré con más de 500 fieles de Louisville en una Misa especial en Washington, D.C. en la iglesia Holy Rosary antes de la marcha anual por la vida. Que apropiado es que al tener una postura por defender la vida y un cambio en nuestra política pública como nación, esta también era la ocasión para la colecta anual para apoyar “Opportunities for Life”, un ministerio de alcance apoyado por las cuatro diócesis de Kentucky, lo cual incluye una línea telefónica de atención para mujeres embarazadas en necesidad y sus familias.
Me quedaré en Washington, D.C. hasta el sábado por la noche para celebrar la Misa por la Reunión del Ministerio Social Católico. Esta conferencia reúne a aquellos involucrados en ministerio social de todas partes del mundo. Estos individuos están profundamente comprometidos a defender la vida y hacer frente a todas las formas de la miseria, incluyendo las privaciones físicas de comida inadecuada, casa, trabajo y educación. Mientras que Jesús nos llama a ser pobres, la privación física es una afrenta a la dignidad humana de la persona. Esta reunión es un componente apropiado de esta letanía de bondad pública en el nombre de Jesucristo.
Finalmente, quiero incluir en esta letanía el alcance a aquellos que se sienten distantes de Cristo y Su Iglesia. En este Año de la Misericordia, estamos realizando alcance hacia aquellos individuos a través del programa llamado Conexión Católica. Muchos de los fieles amorosamente han identificado a alguien que pueda recibir una llamada de traerlos de regreso al amor de Cristo. He enviado cartas a todos aquellos que han sido identificados y los he invitado a sesiones de escucha especiales que ocurrirán durante el mes de febrero. Espero con interés la oportunidad de participar en dos de estas sesiones.
Enero es sin duda un mes de acción para nuestro Señor Jesucristo. Hay un lugar para cada uno de nosotros en esta letanía de bondad pública. Recordando el comienzo de su ministerio público con el bautismo en el Río Jordán, recordamos nuestro llamado bautismal a ser unido en acción al Señor Jesucristo y hacerlo con corazones valientes y dispuestos. Nuestra fe no puede permanecer simplemente en el santuario sino que debe ser realizado en el mercado y la arena pública. Hacemos pública nuestra fe por nuestra oración y trabajo por la paz, por nuestra postura por la protección y cuidado de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, por nuestra colaboración por harmonía racial y justicia y por nuestro alcance a darles la bienvenida a aquellas personas cuyos corazones están distantes de Cristo. Que esta gran letanía sea una oración escuchada por nuestro Padre celestial a través de su hijo Jesucristo.
Arzobispo Joseph E. Kurtz
