San Juan el Bautista, señalando a Jesús, dijo: “Debo disminuir para que Él crezca”. De manera muy vívida, la novelista católica Flannery O’ Connor hizo el mismo punto en una revista de 1946, al esforzarse de encontrar su vocación como escritora. Ella murió a comienzos de 1960 pero aun permanece popular por sus novelas, descrita como “Sureña grotesca” por su manera alarmante con la que ella habla de la gracia yendo de prisa hacia nuestro mundo.
En su revista, ella usó la vívida frase, “la aparición delgada de la luna creciente”. El padre Terrence Klein escribió acerca de esta imagen en su blog acerca de las lecturas de las Escrituras del domingo para la revista América (Vea www.americamagazine.org/goodword para el 10 de octubre, 2013). Me encantó el sonido de las palabras, “la aparición delgada de la luna creciente”. Una vez que escuché la explicación, no la podía sacar de mi mente, y de hecho, comencé a escuchar el mensaje del papa Francisco a través de este prisma.
La explicación un poco no científica de Flannery O’Connor dice así: la reducción de la luna hasta una figura delgada creciente ocurre debido a la larga sombra causada por la tierra adentrándose entre la luna y su fuente de luz, el sol. De la misma manera, nuestro “ser” puede emitir una sombra no saludable en el brillo de la gracia de Dios, brillando hacia el mundo a través de Jesucristo, que todos podemos bloquear su luz completamente. En su revista, Flannery usó esta imagen para identificar lo que ella llamó los tres signos de un alma saludable – un alma que permite que brille la luz de la gracia.
Su oración lo resume bien: “Querido Dios. No puedo amarte de la manera que yo quiero. Tú eres la aparición delgada de la luna creciente que veo y yo soy la sombra de la tierra que no me permite ver toda la luna. La creciente es muy hermosa y quizás eso es todo lo que alguien como yo debería o podría ver; pero de lo que tengo temor, querido Dios, es de que mi propia sombra crecerá tan grande que tape toda la luna, y que yo me juzgaré por la sombra que no es nada. No te conozco Dios porque estoy en el camino. Por favor ayúdame a hacerme a un lado”.
Al pensar acerca de los signos saludables de un alma de Flannery O’Connor, recordé la reciente audiencia que tuve con el papa Francisco en Roma. Me reuní con el cardenal Dolan y el Secretario General de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos, monseñor Jenkins y su colaborador, monseñor Bransfield, en la reunión de treinta minutos con nuestro Santo Padre. Fue un placer el tener la experiencia de la cálida bienvenida de nuestro Santo Padre así como su fuerte celo en llegar hacia otros. Cuando me retiré de la reunión, recuerdo pensar: “El será un gran pastor”. Claro que es un gran pastor, el pastor de la Iglesia universal. Él es realmente quien modela la nueva evangelización, siempre señalando a Jesús en y a través de su Iglesia.
¿Cuáles son los signos del alma saludable de Flanney O’Connor? El primer signo de un alma saludable es mostrado en la medida de la gratitud. Dando gracias – en griego, la palabra conocida eucharistia, nuestra palabra para esa oración perfecta de Jesús en Su Iglesia, la celebración de la Sagrada Eucaristía – es una medida para la comunidad así como para el alma individual. Las homilías diarias del papa Francisco parecen alzar el llamado a la gratitud cada día. Cuando el nos saludó en su audiencia, podía sentir su simple y sereno acercamiento a la vida, al hablar de Jesús y su encuentro diario con Cristo en la Sagrada Eucaristía. ¡Tiene un alma agradecida!
El segundo signo es una sana conciencia de nuestra pecaminosidad. En su revista, Flannery habla de su contrición imperfecta del pecado y como esta falta de contrición crea una distancia de Dios. De manera interesante, en su reciente entrevista publicada en la revista América, el papa Francisco se describió a sí mismo diciendo: “Soy un pecador”, y después añadió: “Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador”. El papa Francisco nos llama a ser conscientes de nuestra fragilidad y pecaminosidad antes de que busquemos acompañar a otro por la vida.
El tercer signo de un alma saludable de Flanney O’Connor es el sentido de misión. Lo que otros vieron como su incipiente carrera como escritora, ella describe a Dios como escribiendo a través de ella y a veces pese a ella. De nuevo, escucho el eco del papa Francisco, quien llama a todos en la Iglesia a “salir”. Al final de la misa, el diácono dice, “La Misa ha terminado. Vayan en paz”. Las palabras en latín, “Ita, missa est”, literalmente significan: “¡Vayan, ustedes son enviados!” La palabra más utilizada por el papa Francisco es misericordia pero la palabra que le sigue en uso es “acompañar”. Él ha tomado al mundo por sorpresa al llamarnos a cada uno a llegar hacia otros y acompañarlos y ver a las personas antes que la regla. Este sentido de misión – ir a sanar heridas y calentar los corazones – es el mensaje que él ha proclamado repetidamente al gentilmente llamarnos a acompañar a personas que sufren y juntos caminar con Cristo y venir a encontrarlo en y a través del mundo. El papa Francisco está señalando a Jesús por siempre – como Juan el Bautista y la novelista Flannery O’ Connor.
Hace 30 años, cercas-de-ser Santo Juan Pablo II describió la nueva evangelización como “un nuevo ardor, una nueva expresión, y nuevos métodos”. El papa Francisco está colocando estas palabras en acción de maneras nuevas y emocionantes, y estaremos viendo por muchas maneras de responder a su llamado y construir almas y parroquias saludables al estar realizando el alcance hacia el tema en la Arquidiócesis este año.
ARZOBISPO JOSEPH E. KURTZ