Hace menos de una semana después de que el papa Francisco completara su intensa visita pastoral de cinco días a los Estados Unidos, oficialmente realizó la apertura del 14.o Sínodo Ordinario sobre la Familia con una Misa maravillosa en la Basílica de San Pedro.
Tomará un tiempo para pensar y apreciar la amplitud y profundidad de la visita del papa Francisco a los Estados Unidos. En cinco cortos días, él logro cautivar los corazones de tantas personas en la arena pública y en nuestra comunidad eclesial. En pocos minutos viajó, desde el pronunciamiento del discurso a los influyentes del Congreso hasta pasar un tiempo con aquellos que son olvidados en una comida para familias sin hogar en Washington D.C.
De la misma manera, en un espacio de pocas horas se dirigió a toda la asamblea de las Naciones Unidas, oró con líderes de diferentes religiones en Ground Zero, y convivió con niños de escuelas y familias inmigrantes en el este de Harlem. Finalmente, en aproximadamente el mismo tiempo habló a los obispos del seminario St. Charles en Filadelfia, se reunió con prisioneros en la correccional Curran-Fromhold y después celebró Misa con más de un millón de fieles para concluir el Encuentro Mundial de las Familias.
Ustedes y yo podríamos tomar unos días libres después de todo eso, pero el papa Francisco regresó al Vaticano para comenzar el sínodo. Este evento involucra a aproximadamente 270 delegados así como a docenas de observadores que buscan orar y elevar la familia de hoy en día … todos con una mirada firme, amorosa y confiada en Jesús, a través de quien la familia continua a ser inspirada y a través de quien tocamos el plan amoroso de Dios para cada uno de nosotros.
En la Misa del domingo, con un bello ícono de la Sagrada Familia presentando al niño Jesús en el templo, el papa Francisco nos guió hacia una reflexión sobre la belleza del amor entre un hombre y una mujer, sobre la atención dada a aquellas personas que están solas en el mundo, sobre la necesidad de ser acompañados, y sobre la familia cristiana – no como una utopía adolescente – pero como el sueño de Dios… el plan de Dios para la humanidad.
En las palabras de apertura al día siguiente, nuestro Santo Padre convocó a los delegados a tener una valentía que es apostólica ( tomada de la valentía de los primeros apóstoles que recibieron el Espíritu Santo de Jesucristo resucitado la primera noche de la Pascua), para tener una humildad evangélica (nunca apuntando con el dedo a las personas que necesitan ayuda de acompañamiento en sus dificultades en el mundo) y de tener una profunda confianza orante en Jesús y en el plan de Dios para el matrimonio y la familia.
Por favor oren por todos los delegados y por mí y por favor tomen un profundo interés en el sínodo. Desde luego, las familias – cada una imperfecta – será el verdadero vehículo para transformar a la familia. Por ello, cada familia no debe mirar pasivamente desde una distancia sino usar la ocasión de este evento histórico para renovar sus familias, sus relaciones familiares y su capacidad de realizar un alcance y ser testigos de la alegría del Evangelio de la familia en sus vidas diarias.
Arzobispo Joseph E. Kurtz