Esperanza en El Señor — Caminar, construir, profesar a Cristo crucificado

Archbishop Kurtz
Archbishop Kurtz

Front Page Teaser: El arzobispo Kurtz escribe acerca de tener la esperanza en el Señor mientras caminamos con otros, construir el Reino y profesar a Cristo crucificado.

En 1999 cuando fui designado Obispo de Knoxsville, tuve la tarea de buscar un lema episcopal apropiado. Ese lema es el título de esta columna quincenal, “Esperanza en el Señor”, y lo tomé del Salmo 31. El largo Salmo 31 ha sido dividido en tres partes y es uno de los Salmos que forma el diario Oficio de Lectura. Al elegir un lema Episcopal, recuerdo que conmovido me encontraba cada lunes del segundo ciclo de 4 semanas cuando me encontraba con el Salmo 31.

El Salmo 31 pide la ayuda de Dios, y de ahí provienen las palabras conocidas, “En tus manos encomiendo mi espíritu”- esas palabras que Jesús pronunció en oración de la cruz antes de que expirara y muriera. Hay además “Mi vida está en tus manos”, o como la traducción que yo utilizo dice: “Mi tiempo entre Tus manos”. Esta entrega total de Jesús, una que sus seguidores son llamados a imitar a través de Su poder y ejemplo, fue perfecta para que yo la dijera cada día como obispo. El Salmo termina con una nota estruendosa y llena de esperanza al darse cuenta el salmista de la realidad e incluso abrumado de la segura presencia de Dios. Manifestando que “el Señor protege a los leales”, el salmo termina con un versículo lleno de promesa, con confianza en el Señor y con gran seguridad. Esta es la traducción que más me gusta: “Sean fuertes y valerosos, todos los que esperan en el SEÑOR.”

No podía dejar de pensar en este versículo al releer la primera homilía que el papa Francisco dijo a la mañana siguiente de su elección como Obispo de Roma. Reflexionando en las lecturas, esta homilía tomó el tema de tres maneras “caminar, construir, profesar a Cristo crucificado”.

El papa Francisco ha hablado una y otra vez acerca de caminar y acompañar a otros, evocando la gran imagen de la Iglesia como el Pueblo de Dios, de modo prominente en las páginas de los documentos del Concilio Vaticano II. Este concepto provee una imagen atractiva para este día en donde el mundo anhela por alguien que entibie los corazones y cure las heridas – alguien que vea primero por la persona y que desee caminar con ellos.

El segundo tema en su homilía, construyendo, produce imágenes de edificios y mantenimiento, pero el uso del Nuevo Testamento parece primeramente concentrarse en este concepto como construyendo el Reino de Dios en la tierra. La palabra Iglesia, ecclesia en griego, se refiere a una reunión o asamblea de personas que llevan a cabo la construcción del Reino en comunidad.

Finalmente, está la imagen de Jesús crucificado en la cruz. Correctamente, no podemos imaginarnos a Jesús en la cruz sin un recuerdo feliz de que Él que murió ahora ha resucitado. Quizás de igual manera, minimizamos la resurrección de la muerte en la vida de Jesús y aquella de sus seguidores si no habitamos en la naturaleza sacrificadora de Su gran amor: de que Él sufrió y murió.

Esta semana estuve en la Ciudad de México en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe para una peregrinación y encuentro en la misión intercontinental de la Iglesia católica para anunciar la Buenas Nuevas de Jesucristo y de llamar a todos hacia Cristo dentro y a través de su Iglesia. (Para el tiempo que ustedes lean esto, estaré de regreso a casa). Tuve la oportunidad de dar un resumen de 20 minutos sobre el progreso de la nueva evangelización en los Estados Unidos. Fue un privilegio pero algo retador de cubrirlo todo en tan corto tiempo. Comencé mi discurso con aquel llamado a la oración – el llamado que esta incrustado en el Salmo 31 – que nos permite uno a la vez así como juntos de ver la mano de Dios en nuestra vida diaria y entorno.

Al reflexionar en la necesidad de “Oremos Primero”, pido por sus oraciones al comenzar a ejercer como presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Me siento honrado y con humildad al comenzar este tiempo de servir a mis hermanos obispos al juntos buscar caminar con otros, construir el Reino y profesar a Cristo crucificado.

ARZOBISPO JOSEPH E. KURTZ

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