Por Justin McLellan, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO — La “aceptación silenciosa” del hambre en el mundo es una “injusticia escandalosa y una ofensa grave” que requiere la atención unificada del sistema internacional, dijo el Papa Francisco.
El Papa centró su mensaje a la cumbre de líderes del Grupo de los 20 en Río de Janeiro, Brasil, en el flagelo del hambre y la pobreza exacerbado por los conflictos y las desigualdades mundiales.
En su mensaje, leído a los líderes el 18 de noviembre por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, el Papa Francisco dijo que el hambre “no es sólo una cuestión de insuficiencia de alimentos, sino más bien una consecuencia de injusticias sociales y económicas más amplias”, como la pobreza y un sistema alimentario mundial desigual.
“Quienes, con la usura y la codicia, provocan el hambre y la muerte de sus hermanos y hermanas de la familia humana, cometen indirectamente un homicidio que les es imputable”, afirmó.
El Papa subrayó que los conflictos armados contribuyen al aumento del hambre y la pobreza directamente en las zonas de conflicto e indirectamente en otras áreas a través de la interrupción de la cadena de suministro, además de causar “un número significativo de muertes, desplazamientos masivos y degradación del medio ambiente”.
Las guerras, dijo, “siguen ejerciendo una presión considerable sobre las economías nacionales, especialmente debido a la exorbitante cantidad de dinero que se gasta en armas y armamento”.
El Papa Francisco identificó múltiples presiones sobre el sistema internacional, incluyendo “la intensificación de guerras y conflictos, actividades terroristas, políticas exteriores asertivas y actos de agresión, así como la persistencia de injusticias”.
“Por lo tanto, es de suma importancia que el Grupo de los 20 identifique nuevas vías para lograr una paz estable y duradera en todas las áreas relacionadas con los conflictos, con el objetivo de restaurar la dignidad de los afectados”, afirmó.
El Papa dijo a los líderes que “la centralidad de la dignidad humana dada por Dios a cada individuo, el acceso a los bienes esenciales y la justa distribución de los recursos deben ser prioritarios en todas las agendas políticas y sociales”.
Señaló que abordar el problema del desperdicio de alimentos requiere acciones que “acciones deben llevarse a cabo de forma conjunta y colaborativa”, y que la erradicación de la malnutrición no puede resolverse simplemente aumentando la producción de alimentos, sino que requiere garantizar una distribución más equitativa de los recursos.
El Papa Francisco también recordó una propuesta de la Santa Sede para que los países redirijan los fondos destinados a gastos militares a un fondo mundial destinado a hacer frente al hambre y promover el desarrollo en las naciones más empobrecidas.
“Es imperativo reconocer que el incumplimiento de las responsabilidades colectivas de la sociedad hacia los pobres no debe dar lugar a la transformación o la revisión de los objetivos iniciales en programas que, en lugar de abordar las necesidades genuinas de la gente, las ignoren”, dijo, pidiendo proyectos de desarrollo que aborden las necesidades de las comunidades locales en lugar de perseguir intereses o beneficios específicos.
“Las comunidades locales y la riqueza cultural y tradicional de los pueblos no pueden ser ignoradas o destruidas en nombre de un concepto estrecho y miope del progreso”, afirmó el Papa.