Por Carol Glatz, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El abuso actual de los migrantes vulnerables no es el ejercicio legítimo de la soberanía nacional, dijo el Papa León XIV, sino que representa un delito grave cometido o tolerado por el gobierno.
“Se están tomando medidas cada vez más inhumanas –incluso políticamente celebradas – para tratar a estos ‘indeseables’ como si fueran basura y no seres humanos”, afirmó el Santo Padre sin mencionar ningún país concreto durante un discurso ante los movimientos populares reunidos en el Vaticano el 23 de octubre.
“Los Estados tienen el derecho y el deber de proteger sus fronteras, pero esto debe equilibrarse con la obligación moral de brindar refugio”, afirmó.
Para los cristianos, dijo el Papa, Dios es amor, y “nos crea y nos llama a vivir como hermanos y hermanas”.
El tema de la protección de los derechos y la dignidad de los inmigrantes del mundo fue solo una de las cuestiones que abordó el Papa en un importante discurso en el que expuso algunos de los “nuevos” males sociales en los que debe centrarse la Iglesia, como: la mortal crisis de los opiáceos u opioides (medicamentos que se usan para tratar el dolor) en Estados Unidos; los juegos de azar en línea; los estilos de vida consumistas alimentados por las redes sociales; los llamados “minerales de conflicto”; y el fácil acceso de los pobres a las nuevas tecnologías, mientras que sus necesidades fundamentales de alimentación, vivienda y trabajo se ven recortadas o ignoradas.
La reunión en la Sala de Audiencias Pablo VI formaba parte del Jubileo de los Movimientos Populares y del V Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, que tuvo lugar en Roma del 21 al 24 de octubre. Los movimientos populares incluyen a aquellos que organizan a los trabajadores informales que recogen y reciclan basura, reúnen a personas que viven en asentamientos informales en las afueras de las ciudades, movilizan a los ciudadanos para promover el cuidado del medio ambiente, ayudan a los agricultores de subsistencia y rescatan a migrantes en el mar.
El Papa León saludó a los participantes y les aseguró que, al igual que su predecesor, el Papa Francisco, creía que “techo y trabajo son derechos sagrados, por los que vale la pena luchar, y quiero que me escuchen decir:: ‘¡Estoy con ustedes!’”.
Reiteró que eligió el nombre de León por la histórica encíclica del Papa León XIII, “Rerum Novarum”. El documento de 1891 abordaba los nuevos retos sociales y económicos que planteaba la Revolución Industrial, en particular su impacto en el trabajo y los derechos de los trabajadores.
Con demasiada frecuencia, dijo el Papa León XIV, cuando la sociedad mira las “cosas nuevas” del momento, se fija en “lo nuevo” para los privilegiados, los poderosos y los que gozan de seguridad económica, como “los vehículos autónomos, los teléfonos móviles de gama alta, las criptomonedas y otras cosas por el estilo”.
“Sin embargo, desde la periferia, las cosas se ven de otra manera”, afirmó.”¿Es una “cosa nueva” pedir vivienda, trabajo y tierra, incluyendo alimentos para los excluidos?”, preguntó. Estas necesidades básicas y fundamentales son “tan actuales” que merecen “todo un capítulo en el área del pensamiento social cristiano sobre los excluidos del mundo de hoy”.
De hecho, dijo, el Papa León XIII “no se centró en la tecnología industrial ni en las nuevas fuentes de energía, sino más bien en la situación de los trabajadores”, los pobres y los oprimidos.
“Por primera vez y con absoluta claridad, un Papa dijo que la lucha diaria por la supervivencia y la justicia social eran de importancia fundamental para la Iglesia”, afirmó.
En su discurso de cinco páginas, el Papa trató de examinar las “cosas nuevas” que están sucediendo en “la periferia”, es decir, “los problemas que afectan a los excluidos” y marginados de hoy en día.
En particular, en el mundo actual, continúan existiendo muchas injusticias antiguas, dijo.
El progreso debe gestionarse siempre “a través de una ética de la responsabilidad, superando el riesgo de idolatrar el lucro y poniendo en el centro a la persona humana y su desarrollo integral”, afirmó, especialmente incluyendo a las comunidades marginadas “en un esfuerzo colectivo y unido para cambiar las tendencias deshumanizadoras de las injusticias sociales”.
“Debemos asegurarnos de que lo ‘nuevo’ se gestione de forma adecuada”, dijo. “La cuestión no debe quedar solo en manos de las élites políticas, científicas o académicas, sino que debe involucrarnos a todos”.
“Revertir el curso que sigue excluyendo dramáticamente a millones de personas que permanecen al margen”, dijo, es “un punto central en el debate sobre lo ‘nuevo’”.
Hoy en día, dijo, “la exclusión es la nueva cara de la injusticia social”.
Sin embargo, existe una paradoja sorprendente, afirmó. “La falta de tierra, alimentos, vivienda y trabajo digno que coexistan con el acceso a las nuevas tecnologías”.
“Los teléfonos móviles, las redes sociales e incluso la inteligencia artificial están al alcance de millones de personas, incluidos los pobres”, afirmó, pero no deben descuidarse las necesidades más fundamentales.
El Papa León atribuyó esta “arbitrariedad sistémica” a una “mala gestión” que “genera y acrecienta las desigualdades con el pretexto del progreso”. Cuando no se da prioridad a la promoción de la dignidad humana, “el sistema también falla en materia de justicia”.
Algunas “cosas nuevas” de hoy en día, como el cambio climático, tienen un impacto más devastador en los pobres, dijo el Papa.
Pero también está “lo nuevo” de la industria farmacéutica, afirmó.
Si bien los avances en medicina representan “un gran progreso para algunos”, dijo, “se está promoviendo un culto al bienestar físico, casi una idolatría del cuerpo”.
Cualquier mentalidad que reduzca “el misterio del dolor” a algo totalmente inhumano puede conducir a una dependencia de la ingesta de analgésicos, dijo, “cuya venta, obviamente, aumenta las ganancias de las mismas empresas farmacéuticas”.
“Esto también conduce a la dependencia de los opioides, lo que ha tenido consecuencias devastadoras, especialmente en Estados Unidos. Por ejemplo, el fentanilo, la droga de la muerte, es la segunda causa más común de muerte entre los pobres de ese país”, dijo.
“La proliferación de nuevas drogas sintéticas, cada vez más letales, no es solo un delito cometido por los narcotraficantes, sino una realidad relacionada con la producción de drogas y su lucro, carente de una ética global”, añadió.
Otro aspecto de la “novedad” que perjudica a los marginados, afirmó, es el estilo de vida de “consumismo desenfrenado y un nivel de éxito económico totalmente inalcanzable” que se promueve constantemente, especialmente en las redes sociales.
La dependencia de los juegos de azar digitales, cuyas “plataformas están diseñadas para crear una dependencia compulsiva y generar adicción”, es otro problema nuevo, afirmó.
El desarrollo de nuevas tecnologías para la informática y las telecomunicaciones también tiene un efecto desproporcionado en los pobres, ya que depende de minerales –como el coltán y el litio– que a menudo se encuentran en países pobres, dijo.
La extracción de estos minerales “depende de la violencia paramilitar, el trabajo infantil y el desplazamiento de poblaciones”, afirmó.
Las naciones y las empresas que compiten por extraer el “oro blanco” del litio, por ejemplo, amenazan la soberanía y la estabilidad de los Estados pobres, afirmó, “hasta el punto de que algunos contratistas y políticos se jactan de promover golpes de Estado y otras formas de desestabilización política”.
“Y, por último, me gustaría destacar el tema de la seguridad”, afirmó el Papa. “Con el abuso de los migrantes vulnerables, estamos presenciando, no el ejercicio legítimo de la soberanía nacional, sino graves delitos cometidos o tolerados por el Estado”.
“Al mismo tiempo, me anima ver cómo los movimientos populares, las organizaciones de la sociedad civil y la Iglesia están abordando estas nuevas formas de deshumanización, testificando constantemente que quienquiera que esté en necesidad es nuestro prójimo, nuestros hermano, nuestra hermana”, expresó. “Esto los hace campeones de humanidad, testigos de justicia y poetas de solidaridad”.
Los servicios que prestan los movimientos populares deben estar animados por el amor, afirmó. “De hecho, cuando se forman cooperativas y grupos de trabajo para alimentar a los hambrientos, albergar a los sin techo, rescatar a los náufragos, cuidar a los niños, crear empleos, acceder a tierras y construir viviendas, debemos recordar que no estamos participando en ideologías, sino que estamos viviendo verdaderamente el Evangelio”.
“La Iglesia debe estar con ustedes: una Iglesia pobre para los pobres, una Iglesia en salida, una Iglesia que se arriesga, una Iglesia valiente, profética y alegre”, afirmó el Papa León.
