El Papa advierte del riesgo de convertirse en una Iglesia ‘estática’ tras la clausura del Sínodo

El Papa Francisco recibe las ofrendas mientras celebra la Misa de clausura del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad en la Basílica de San Pedro en el Vaticano el 27 de octubre de 2024. (Foto CNS/Lola Gómez)

Por Justin McLellan, Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO — Tres años después de que invitara a los católicos de todo el mundo a caminar juntos en la fe en un viaje sinodal, el Papa Francisco dijo que la Iglesia no puede arriesgarse a volverse “estática” sino que debe continuar como una “Iglesia misionera que camina con su Señor por las calles del mundo”.

“Frente a las preguntas de las mujeres y los hombres de hoy, a los retos de nuestro tiempo, a las urgencias de la evangelización y a tantas heridas que afligen a la humanidad, hermanas y hermanos, no podemos quedarnos sentados”, dijo el Papa en su homilía durante la Misa de clausura del Sínodo de los Obispos en la Basílica de San Pedro el 27 de octubre.

“Una Iglesia sentada que, casi sin darse cuenta, se retira de la vida y se pone a sí misma a los márgenes de la realidad, es una Iglesia que corre el riesgo de permanecer en la ceguera y acomodarse en el propio malestar”, dijo.

El Papa Francisco pronunció su homilía sentado frente al baldaquino del siglo XVII — el baldaquino de bronce dorado recién restaurado de la basílica, que desde febrero estaba cubierto de andamios por las obras de restauración.

El cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, fue el celebrante principal en el altar bajo el baldaquino.

El día anterior, el Papa recibió el documento final aprobado por los más de 350 miembros del sínodo. El documento pedía una mayor participación de los hombres y mujeres laicos en todos los niveles de la vida eclesial, incluidas las parroquias, las diócesis y los seminarios.

El Papa Francisco dijo a la asamblea sinodal el 26 de octubre que no tenía previsto publicar una exhortación apostólica después del sínodo debido a las “indicaciones muy concretas” del documento final del sínodo, que ordenó publicar.

En su homilía, el Papa pidió a la Iglesia que no permaneciera en un estado de “ceguera” ante los problemas de la Iglesia y del mundo, una ceguera que puede adoptar la forma de abrazar la mundanidad, dar prioridad a la comodidad o tener un corazón cerrado.

La Iglesia debe escuchar a los hombres y mujeres “que desean descubrir la alegría del Evangelio”, dijo, pero también a los que “se han alejado” de la fe y al “grito silencioso de quienes son indiferentes”, así como a los pobres, marginados y desesperados.

“No necesitamos una Iglesia paralizada e indiferente”, dijo, “sino una Iglesia que recoge el grito del mundo y — quiero decirlo, quizá alguno se escandalice — una Iglesia que se ensucia las manos para servir al Señor”.

Reflexionando sobre la lectura del día del Evangelio de San Marcos en la que un hombre ciego oye pasar a Jesús, le pide ser sanado, recupera la vista y luego le sigue, el Papa subrayó que seguir a Dios en el camino sinodal supone cultivar la capacidad de oír pasar al Señor y la confianza para seguir sus pasos.

“Al Señor se le sigue por el camino, no se le sigue desde la cerrazón de nuestras comodidades, no se le sigue desde el laberinto de nuestras ideas”, dijo. “Y recordémoslo siempre: no caminar por nuestra propia cuenta o según los criterios del mundo, sino caminar por el camino, juntos, detrás de Él y caminar con Él”.

Al final de la Misa, cuatro trabajadores del Vaticano llevaron la Cátedra de San Pedro a la basílica y la colocaron ante el altar mayor. Se cree que la silla — retirada temporalmente para su restauración de una escultura situada detrás del altar mayor de la basílica — perteneció tradicionalmente a San Pedro, el primer Papa.

En su silla de ruedas, el Papa se sentó frente a la silla para rezar al final de la Misa.

En su homilía había dicho: “Esta es la cátedra del amor, es la cátedra de la unidad, es la cátedra de la misericordia, según aquella orden que Jesús le dio al apóstol Pedro, no de dominar a los demás, sino de servirlos en la caridad”.

Tras la Misa, el Papa rezó el Ángelus con los visitantes en la Plaza de San Pedro. Hablando sobre el final del Sínodo de los Obispos, el Papa pidió a la gente rezar “para que todo lo que hemos hecho en este mes vaya adelante por el bien de la Iglesia”.


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