El obispo de El Paso condena el racismo

Por Rhina Guidos, Catholic News Service
WASHINGTON — El obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, difundió la carta pastoral el 13 de octubre, en anticipación del controversial feriado del Día de Colón (señalando también el rol de la iglesia en el racismo en la frontera –en particular entre las comunidades indígenas– describe el dolor de los latinos en el área de El Paso después del tiroteo masivo de agosto, a la vez que hace un llamado a las autoridades a perdonarle la vida al presunto tirador que está siendo enjuiciado.

Invocando a mártires como san Óscar Romero, el beato Stanley Rother y las cuatro mujeres misioneras Maryknoll asesinadas en El Salvador, el obispo Seitz dijo que desea — como ellos hicieron — “poder hablar sin miedo cuando se está llamado a hacerlo y ayudar a darles una voz a los que no son escuchados”.

La carta, titulada “Noche ya no habrá”, fue dada a conocer al final de una reunión sobre justicia social con organizadores, sindicalistas, estudiantes y activistas católicos latinos en El Paso del 11 al 13 de octubre. La misma empieza y termina con el fantasma del tiroteo del 3 de agosto en un Walmart de la ciudad: un hecho violento y sangriento en el que, según las autoridades, los latinos eran el blanco del ataque.

“El odio visitó nuestra comunidad y la sangre latina fue derramada en sacrificio al dios falso de la supremacía blanca”, escribió el obispo.
Ese evento lo impulsó a escribir la carta, según explicó, “después de orar y hablar con el pueblo de Dios en la iglesia de El Paso” para “reflexionar juntos sobre el mal que nos robó 22 vidas”.

A continuación, algunas percepciones que ha escuchado: “Los latinos ahora me dicen que por primera vez en sus vidas se sienten inseguros, incluso en El Paso. Sienten que están bajo la mira debido a su idioma y color de su piel. Sienten que los están haciendo vivir en su propia casa como un forastero en tierra extraña”.

La matanza, dijo, fue un ejemplo del racismo contra los latinos que ha llegado a “un punto peligroso” en la nación.

“Nuestros funcionarios públicos de más alto rango han utilizado la palabra ‘invasión’ y ‘asesinos’ más de 500 veces para referirse a los inmigrantes, han utilizado a los niños migrantes como peones en un tablero de ajedrez político burdo, han insinuado que los jueces y legisladores de color son antiestadounidenses, y han hecho de ‘la construcción de muros’ el núcleo para sus proyectos políticos”, dijo. En palabras del papa Francisco, dijo que “estos signos de mezquindad que vemos a nuestro alrededor agrandan nuestro miedo al otro”.

“El mismo depósito de pecado, que motiva el ataque contra los migrantes que buscan seguridad y refugio en nuestra comunidad fronteriza, motivó el asesinato de nuestros vecinos el 3 de agosto”, continuó. “El pecado une a la gente entorno al miedo y el odio. Debemos nombrar y oponernos al racismo, que se ha manifestado en el centro de nuestra vida pública y ha empoderado a las fuerzas de la oscuridad”.

Así como rechazó el miedo y la destrucción que la masacre generó, el obispo Seitz hizo una petición a las autoridades para que le perdonen la vida al acusado del ataque Patrick Crusius de 21 años, que al parecer ha dejado mensajes en las redes sociales diciendo que estaba llevando a cabo el tiroteo debido a “la invasión hispana de Texas”. Los fiscales de Texas han dicho que, si es declarado culpable, pedirán la pena de muerte.

Pero así como la carta ofreció críticas, también ofreció soluciones.

“Debemos trabajar para garantizar que todos nuestros niños tengan acceso a oportunidades educativas de calidad, eliminar la desigualdad en las colonias, aprobar la reforma migratoria, erradicar la discriminación, garantizar el acceso universal a la atención médica, garantizar la protección de toda la vida humana, poner fin al flagelo de la violencia armada, mejorar los salarios en ambos lados de la frontera, ofrecer oportunidades de desarrollo justas y sostenibles, defender el medioambiente y honrar la dignidad de cada persona”, escribió.

“Así es como escribimos un nuevo capítulo en nuestra historia de solidaridad y amistad que las generaciones futuras podrán recordar con orgullo”, agregó. “Este trabajo de deshacer el racismo y construir una sociedad justa es sagrado, ya que ‘contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana’”.

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