Defensores católicos de la inmigración buscan refutar falsas narrativas sobre su trabajo

El obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, habla en la Universidad Católica de América en Washington el 4 de marzo de 2025, durante un evento sobre “Entender la migración desde una perspectiva católica”. El obispo es el presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. (Foto de OSV News/Patrick Ryan, cortesía de la Universidad Católica de América)

Por Kate Scanlon, OSV News

WASHINGTON — Los defensores católicos de la inmigración buscaron formas de responder a algunas narrativas falsas o contrarias a la inmigración que critican su trabajo durante una conferencia en la capital del país.

Los participantes del evento, titulado “Comprender la Migración desde una Perspectiva Católica”, llevado a cabo en la Universidad Católica de América, analizaron las narrativas actuales e históricas sobre la inmigración en Estados Unidos, buscando nuevas formas de dialogar con quienes son escépticos respecto al trabajo de la Iglesia en esta área, incluyendo algunos funcionarios de la administración de Donald Trump.

“Si la narrativa es incorrecta, las acciones basadas en esa narrativa serán erróneas”, señaló el obispo Mark J. Seitz de El Paso, Texas, en el discurso principal.

El obispo Seitz, quien también preside el Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (o USCCB, por sus siglas en inglés), expresó que algunas de las medidas de la administración Trump en materia de inmigración deberían preocupar a los católicos.

“Realmente no creo que podamos exagerar sobre la gravedad de estas medidas”, agregó, mostrando especial preocupación por la política de la administración de Trump de revocar restricciones de larga data que impedían a los agentes de Inmigración y Control de Aduanas (o ICE, por sus siglas en inglés) realizar arrestos en áreas consideradas sensibles, como iglesias, escuelas, y hospitales, así como la suspensión de un programa federal de reasentamiento de refugiados.

La USCCB mantiene una disputa legal con el gobierno federal por la suspensión de fondos para la asistencia al reasentamiento de refugiados y pagos que, según la organización, aún no ha recibido por trabajos ya realizados. La administración Trump también canceló dos acuerdos de reasentamiento de refugiados con la USCCB, según informó la Conferencia.

El obispo Seitz calificó de “impactantes” las afirmaciones de funcionarios, incluyendo el vicepresidente JD Vance, de que la conferencia obtiene beneficios económicos por su trabajo con los inmigrantes.

“Lo único en lo que puedo pensar cuando escucho esta aseveración es en la ‘Rebelión en la Granja'”, manifestó, en referencia a la novela de George Orwell publicada en 1945. “Porque la verdad es totalmente lo opuesto. Lo que tantas personas dedicadas hacen de manera desinteresada es calificado como un simple intento de ganar dinero, ¿como si eso fuera lo que es la Iglesia? No es la Iglesia que yo conozco”.

En una entrevista en enero, Vance cuestionó los motivos de los obispos estadounidenses al criticar algunas de las políticas migratorias de Trump, sugiriendo que su objeción a la suspensión del programa federal de reasentamiento de refugiados estaba motivada por “cuestiones financieras”. Sin embargo, auditorías externas sobre el trabajo de los obispos con los refugiados muestran que la USCCB no obtiene beneficios por ese trabajo y, de hecho, ha utilizado fondos de la Iglesia para cubrir lo que el gobierno no financia.

El obispo Seitz añadió que la suspensión adicional de la ayuda exterior de Estados Unidos representa otra preocupación para quienes buscan reducir la “migración irregular”.

“Los drásticos recortes a la ayuda exterior, especialmente visibles con el desmantelamiento de USAID, han tenido consecuencias devastadoras”, señaló. “Aunque esto pueda no parecer directamente relacionado con la migración, es un tema de gran importancia. La migración debería ser una opción, no una necesidad. Cuando las personas pueden construir vidas estables en su país de origen, menos se ven obligadas a abandonar su país de origen en busca de un nuevo hogar donde puedan proveer mejor para sus familias. Invertir en economías locales, infraestructura, y servicios esenciales es clave para abordar las causas fundamentales de la migración irregular”.

Julia Young, historiadora de la migración, de México y América Latina, y del catolicismo en la Universidad Católica de América, señaló en un panel de discusión que, entre 1870 y 1910, hubo una gran ola migratoria hacia Estados Unidos compuesta por inmigrantes irlandeses, italianos, y europeos del sur y del este, lo que provocó cambios demográficos significativos y contribuyó al crecimiento de la población católica en el país.

“La inmigración aumentó hasta el punto de que, para 1910, más del 14% de la población de Estados Unidos había nacido en otro país, y curiosamente, estamos nuevamente en ese punto”, agregó, señalando que, actualmente, alrededor del 15% de la población de Estados Unidos ha nacido en el extranjero.

Young añadió que, “a medida que fue en aumento esa ola migratoria, también creció una enorme ola de sentimiento nativista”, expresando su preocupación de que tendencias similares puedan repetirse.

Sin embargo, los panelistas también enfatizaron que las preocupaciones subyacentes sobre temas como la estabilidad económica y el costo de vida, u otras inquietudes relacionadas con la inmigración, no deberían descartarse como simple nativismo al defender los derechos de los migrantes.

Peter Skerry, profesor de ciencia política en Boston College, señaló en un panel de discusión: “No creo que (llamarlo) racismo sea una respuesta constructiva a esta pregunta”.

“No niego que el racismo exista, pero creo que, como respuesta, es demasiado vaga, demasiado simple y básicamente injusta para la situación y, ciertamente, injusta para nuestros conciudadanos”, explicó, refiriéndose a quienes expresan preocupaciones sobre “desafíos reales”.

Al considerar los desafíos al trabajo de la Iglesia con los migrantes, el obispo Seitz afirmó: “Soy una persona de esperanza porque sé quién es el vencedor”.

“Creo que el Señor no nos abandonará”, añadió. “Y no me refiero a un pensamiento ilusorio, ¿cierto? La esperanza, para un cristiano, no es un simple deseo. Tengo esperanza de que esto, dentro del plan de Dios, se convierta en un momento para despertar en nuestro país, un reencuentro con aquellos principios que representan lo mejor de nuestra nación”.

El evento fue organizado por la Universidad Católica de América, los Servicios de Migración y Refugiados de la USCCB, y el Servicio Jesuita a Refugiados de Estados Unidos.


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