Cristo Rey triunfa sobre el mal con la fuerza del amor, dice el Papa

Jóvenes de Corea del Sur, el país anfitrión de la Jornada Mundial de la Juventud 2027, llevan la cruz de la Jornada Mundial de la Juventud y el icono mariano después de recibirlos de los jóvenes portugueses al final de la misa con el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro en el Vaticano 24 de noviembre 2024. (Foto CNS/Lola Gomez)

Por Cindy Wooden, Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO — Mientras que los acontecimientos en el mundo de hoy pueden parecer caóticos, violentos y fuera de control, los cristianos pueden estar seguros de que todo está sujeto en última instancia al juicio de Cristo, el rey justo y misericordioso, dijo el Papa Francisco en la Misa de Jesucristo Rey del Universo.

“Aquellos que destruyen a la gente, que hacen guerras, ¿qué cara tendrán cuando se presenten ante el Señor? ‘¿Por qué hiciste esa guerra? ¿Por qué mataste?’ preguntará Dios. Y ellos, ¿qué responderán?”,dijo el Papa el 24 de noviembre.

La Misa en la Basílica de San Pedro marcó también la celebración local de la Jornada Mundial de la Juventud. Quince jóvenes de Portugal, donde tuvo lugar la celebración internacional de la Jornada Mundial de la Juventud en 2023, y 15 de Corea del Sur, donde se celebrará el encuentro mundial de la Jornada Mundial de la Juventud en 2027, se unieron al Papa en la liturgia.

El cardenal Kevin J. Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, la oficina vaticana que organiza los encuentros de jóvenes, fue el celebrante principal en el altar.

Al final de la liturgia, antes de que los jóvenes portugueses pasaran la cruz y el icono mariano de la Jornada Mundial de la Juventud a sus compañeros de Corea del Sur, el Papa Francisco elevó una oración especial para que los símbolos fueran fuente de consuelo y fortaleza para los jóvenes que viven en situaciones de guerra y violencia.

El Papa rezó para que allí donde se lleven la cruz y el icono crezca la certeza del invencible amor de Dios y de la fraternidad entre los hombres.

En su homilía, el Papa Francisco dijo que transmitir los símbolos es una invitación a todos nosotros a vivir el Evangelio y llevarlo “a todos los confines de la tierra sin detenernos y sin desanimarnos levantándonos después de cada caída y sin dejar nunca de espera”.

Exhortando a los jóvenes a mantener los ojos “fijos en Jesús, en su cruz y en María, nuestra madre”, el Papa les dijo que María es la que, “en los momentos difíciles, está al lado de nuestra cruz para ayudarnos porque ella es madre ella es mamá es nuestra mamá”.

Añadiendo con frecuencia comentarios a su homilía preparada, el Papa animó a los jóvenes a no avergonzarse nunca de lo que son y de lo que creen, sino a seguir el ejemplo de amor, entrega y servicio de Jesús.

“Dios los ama tal como son”, les dijo el Papa. “Ante Él, sus sueños puros valen más que el éxito y la fama. Y la sinceridad de sus intenciones valen más que los consensos”.

“No sean ‘estrellas por un día’ en las redes sociales o en cualquier otro contexto”, dijo. “El cielo en el que están llamados a brillar es más grande” y a hacerlo a través de actos concretos de amor y cuidado.

“En el cielo De Dios, donde el amor infinito del Padre se refleja en nuestras innumerables y pequeñas luces”, dijo el Papa Francisco. “Su amor se revela en nosotros en el afecto fiel de los esposos, en la alegría inocente de los niños, en el entusiasmo de los jóvenes, en el cuidado de los ancianos, en la generosidad de los consagrados, en la caridad hacia los pobres y en la honestidad del trabajo”.

“No son los consensos los que salvan al mundo. Ni los que dan felicidad”, dijo. “Sólo el don de la gratuidad del amor puede darnos la felicidad”.

La lectura del Evangelio de ese domingo fue el relato de San Juan en el que Pilato interroga a Jesús sobre su condición de rey y sobre su reino.

Dirigiéndose a las personas reunidas en la Plaza de San Pedro para el rezo de la oración del Ángelus después de la Misa, el Papa les dijo que el mundo de Pilato es aquel “donde el fuerte triunfa sobre el débil, el rico sobre el pobre, el violento sobre el manso… un mundo que, desafortunadamente, conocemos bien”.

Afirmando que Cristo es rey, los cristianos reconocen que “su reino no es de este mundo. El mundo de Jesús, de hecho, es el mundo nuevo, el mundo eterno, que Dios prepara para todos entregando su vida por nuestra salvación”.

Jesús “rescata la creación arruinada por el mal con la fuerza del amor; con el poder del amor divino porque Jesús libera, Jesús perdona, Jesús da paz y justicia”, dijo el Papa.


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