Consuela a Mi Gente — La necesidad de la oración

Archbishop Shelton J. Fabre

Al comenzar el mes de septiembre, hay muchas preocupaciones que recordar en la oración. He enumerado algunas a continuación.

Aunque ya no vivo en Luisiana, es parte de mi naturaleza intuir septiembre como la temporada más alta de huracanes. Sin embargo, el apogeo de la temporada de huracanes ahora parece estar aumentando durante la totalidad de los seis meses comprendidos entre junio y noviembre. Como mi estado natal y mi familia están en riesgo durante los meses de la temporada de huracanes, les pido oraciones para que todos en Luisiana y en todas partes estén protegidos de la pérdida de vidas y propiedades durante esta temporada de huracanes en curso.

Recordemos también en oración a aquellos que aún se están recuperando de cualquier desastre natural, especialmente a las víctimas de inundaciones o tornados pasados aquí en Kentucky. Dios les conceda que puedan recibir la asistencia que necesitan mientras continúan reconstruyendo sus vidas y sus propiedades.

Hablando de mi familia y mi estado natal, deseo compartirles que mi hermano vendió recientemente nuestra casa familiar en New Roads, Luisiana. De hecho, era necesario hacerlo porque la casa estaba vacía. Ojalá otra familia pueda vivir allí y crear recuerdos tan felices como los de mi infancia en esa casa. Esos recuerdos son muy valiosos para mí ahora. Sin embargo, con la venta de la casa donde crecí, mis raíces están cada vez más aquí en Kentucky, y ¡esto me regocija! Estoy profundamente agradecido a cada uno de ustedes por su apoyo y por hacerme sentir cada vez más “en casa” aquí en la Arquidiócesis de Louisville y la parte centro del estado de Kentucky.

Durante septiembre también celebramos el Día del Trabajo y agradecemos a Dios por el don del trabajo humano. La dignidad del trabajo humano nos ayuda a sustentarnos a nosotros mismos y a nuestras familias y a experimentar y ejercitar esa parte de nuestra naturaleza humana que refleja la creatividad y productividad de Dios, quien creó todas las cosas y nos colocó como custodios de toda la creación.

El Día del Trabajo invita a que hagamos una pausa y agradezcamos a Dios por la necesidad y el don del trabajo humano, que nos ayuda de muchas maneras. Sin embargo, puede haber una fuerte tentación de sentirnos definidos únicamente tanto como por y de ver nuestro valor arraigado únicamente en lo que hacemos, en nuestro empleo, nuestros trabajos. Si bien el trabajo humano es una parte importante de nuestras vidas, no debe equipararse con la totalidad de lo que somos. Siempre seremos mucho más de lo que hacemos por el empleo. Debemos recordar esta realidad continuamente, especialmente en tiempos económicos difíciles. Cada uno de nosotros tiene un valor inestimable ante Dios y ante los demás.

Si bien reconocemos el valor, la necesidad y la dignidad del trabajo humano, cada uno de nosotros es mucho más de lo que hacemos. Somos hijos de un Padre celestial que nos ama y se acerca a nosotros en tiempos de desafío para asegurarnos su presencia y llenarnos de su paz. Cada uno de nosotros tiene una dignidad humana ante Dios y ante toda la humanidad que, en definitiva, encuentra su origen y valor no en lo que hacemos sino en el don de la vida que Dios mismo nos ha concedido a cada uno de nosotros.

El 9 de septiembre celebramos la Fiesta de San Pedro Claver. Este es el día anual en el que los Obispos Católicos de los Estados Unidos nos invitan a orar por el fin del racismo y por la sanación y la reconciliación entre personas de diferentes razas, así como a orar por la paz en nuestras comunidades. Celebraremos una Misa por estas intenciones en Cathedral of the Assumption el domingo 8 de septiembre de 2024, a las 5:30 p.m., los invito a unirse a nosotros en oración en esta Misa para comprometernos y ser fortalecidos por la Eucaristía para amar a cada persona como Jesús nos ama y comprometernos, siguiendo el buen ejemplo de San Pedro Claver, a trabajar hacia mayor comprensión y armonía entre personas de diferentes razas y culturas.

Septiembre también coincide con el comienzo de un nuevo año escolar. Oremos por un año escolar pacífico para todas las escuelas y, en particular, por el éxito de nuestras escuelas católicas en la educación espiritual y académica de nuestros niños.

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