
Por Justin McLellan, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO — Casi cuatro años después de que el Papa Francisco abriera el camino de la Iglesia Católica hacia la sinodalidad — un término que muchos en la Iglesia desconocían — su sucesor ha dado su apoyo a la última etapa del camino sinodal.
El Sínodo de los Obispos, que admitió con derecho a voto a mujeres, laicos y otros no obispos durante sus dos asambleas universales de octubre de 2023 y 2024, “conserva naturalmente su identidad institucional, al tiempo que se enriquece con los frutos madurados en esta temporada”, declaró el Papa León XIV al consejo ordinario del sínodo el 26 de junio. “Y ustedes son el cuerpo encargado de recoger estos frutos y de participar en una reflexión orientada hacia el futuro”.
Durante dos días, el consejo se reunió para aprobar un documento para la etapa final de implementación del sínodo, destinado a mejorar el diálogo entre las iglesias locales y la oficina sinodal del Vaticano, según informó la Secretaría General del Sínodo de los Obispos en un comunicado el 30 de junio. El documento se publicará el 7 de julio en www.synod.va.
El consejo también analizó la labor de los grupos de estudio instituidos por el Papa Francisco para abordar temas polémicos, como la ordenación femenina y los cambios en la formación sacerdotal.
Los grupos de estudio debían presentar informes provisionales sobre sus conclusiones en junio de 2025, pero la oficina sinodal señaló que, debido al fallecimiento del papa Francisco y a la elección del papa León XIV, se han producido retrasos. De acuerdo con el Papa León XIV, la fecha límite para presentar los informes finales se extendió hasta el 31 de diciembre de 2025, y los informes provisionales se publicarán en el sitio web de la oficina sinodal a medida que se reciban, según se indicó.
Según la constitución apostólica “Universi Dominici Gregis”, que rige los procedimientos cuando el papado está vacante, un concilio o Sínodo de Obispos se suspende inmediatamente cuando un papa fallece o renuncia. Todas las reuniones, decisiones y promulgaciones deben cesar hasta que un nuevo papa ordene explícitamente su continuación; de lo contrario, se considerarán nulas.
El difunto Papa inauguró la fase diocesana del proceso sinodal mundial en octubre de 2021, programada originalmente para culminar con una asamblea presencial en Roma en octubre de 2023. Tras un año de escucha, se celebró otra asamblea en octubre de 2024, y en marzo, el Papa Francisco inauguró una fase de implementación del sínodo de tres años que culminará en una asamblea eclesial en el Vaticano en octubre de 2028.
El Papa León XIII dijo al consejo ordinario del sínodo el 26 de junio: “Los animo en esta labor, rezo para que sea fructífera y desde ahora les estoy agradecido”.
La Secretaría General del Sínodo de los Obispos afirmó que el documento, titulado “Pistas para la fase de implementación del Sínodo”, es una guía práctica y teológica para los obispos diocesanos y los equipos sinodales en la aplicación local de las propuestas finales del sínodo.
La oficina sinodal señaló que esta fase del proceso sinodal “corresponde sobre todo a las Iglesias locales”, encargadas de traducir las “propuestas autorizadas” de la asamblea sinodal en prácticas pastorales concretas en sus respectivos contextos. Al mismo tiempo, la oficina sinodal afirmó que las directrices se elaboraron para responder a las preguntas planteadas por obispos y líderes diocesanos en los últimos meses y que su objetivo es apoyar, no sustituir, el discernimiento local.
El cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, reconoció en su discurso inaugural de la reunión del consejo que persisten “dificultades y resistencias” al proceso sinodal. Añadió que, si bien algunas diócesis ya han comenzado la fase de implementación con entusiasmo, otras esperan con inquietud las próximas directrices.
“Estas posiciones contrarias no deben pasarse por alto”, afirmó. “Más bien, diría que deben interpelarnos profundamente”.
El cardenal Grech propuso establecer un foro permanente, al que denominó “Mesa de la Sinodalidad”, para fomentar la reflexión teológica y canónica continua sobre la sinodalidad y alentó una mayor inversión en programas de formación. También afirmó que las nuevas colaboraciones con instituciones académicas y el apoyo continuo a jóvenes teólogos contribuirían a cultivar una mentalidad sinodal en toda la Iglesia.