Por Julie Asher
WASHINGTON — Las palabras de Jesucristo en la lectura del Evangelio del 18 de enero, “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, son fundamentales como “una enseñanza sobre cómo vivir en este mundo quebrantado” y “traer bondad a él”, dijo el presidente provida de los obispos de EE.UU. en su homilía en la Misa de apertura de la Vigilia Nacional de Oración por la Vida.
“Cristo mismo” es la “única respuesta” para hacer de este mundo un lugar mejor “aunque persista en la imperfección”, dijo el obispo de Arlington, Virginia, Michael F. Burbidge, a la congregación que llenaba la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington.
“Cristo pronuncia estas palabras, no como una garantía de que todos nuestros esfuerzos tendrán éxito según las métricas mundanas, sino como una promesa de que Él estará presente en nuestros éxitos y en nuestros fracasos … , en nuestras victorias y en nuestras derrotas. … Y Él lo santificará todo”, dijo el obispo Burbidge, según su texto preparado.
El movimiento provida ha visto la victoria con el fin de Roe hace dos años, pero también ha experimentado pérdidas, ya que las políticas abortistas se están impulsando más que nunca a nivel federal y estatal, dijo.
La anulación de Roe vs. Wade por la Corte Suprema en su sentencia del caso Dobbs del 24 de junio de 2022 fue “un momento de alivio, un momento de nueva vida, un éxodo de la opresión bajo la que hemos vivido durante 50 años”, dijo el obispo Burbidge, que dirige el Comité de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
Pero “si el último año y medio nos ha enseñado algo, es esto: Dobbs no es el final. Es una victoria, una victoria tremenda, pero no decisiva”, dijo. “Las vidas de nonatos siguen en peligro, en algunos lugares más que nunca. Están arrebatándole la vida a niños inocentes. Se sigue perjudicando a las madres. Parejas, niños y familias siguen necesitando recursos, apoyo y amor”.
Al negar su propio precedente que hizo del acceso al aborto un derecho constitucional en 1973, el alto tribunal devolvió la política abortista a los estados.
“A pesar de los incansables esfuerzos y el duro trabajo de los obispos y de todos los fieles, sufrimos una pérdida particularmente difícil para la vida no nacida después de Dobbs, cuando varios estados consagraron el ‘derecho al abort’’ con enmiendas radicales a sus constituciones estatales”, dijo el obispo Burbidge. “Además, políticos e intelectuales católicos continúan trágicamente respaldando públicamente el aborto como si fuera un ‘derecho’ y abogando por políticas pro-aborto”.
La actual administración también “ha eliminado los protocolos de seguridad en la distribución de píldoras abortivas, poniendo en peligro la salud de las mujeres y haciendo a las mujeres vulnerables más susceptibles a la coerción y el abuso”, dijo.
En los estados en los que “hay victorias por conseguir”, dijo el obispo Burbidge, el movimiento provida “debe seguir siendo estratégico…. Allí donde los estados han actuado para consagrar en la ley políticas abortistas extremas, no debemos perder la esperanza. Incluso en los lugares más oscuros, podemos ser una luz”.
Destacando el lema de la Marcha anual por la Vida prevista para el 19 de enero, “Con cada madre, por cada niño”, dijo: “Más que nada, debemos seguir sirviendo. … Las necesidades de las madres y los bebés son dinámicas, y nosotros también debemos serlo”.
“El trabajo que realizamos en los centros de embarazo de todo el país es el centro de nuestra misión”, dijo el obispo Burbidge. “Debemos fortalecer esos esfuerzos y garantizar que quienes optan por la vida tengan un hogar, ingresos, alimentos, ropa y provisiones para sus hijos. Debemos ayudar a las madres y los padres a superar los retos del embarazo y dar la bienvenida a una nueva vida. Convertirse en padres o formar una familia suele conllevar la necesidad de un mayor apoyo emocional y espiritual. Debemos estar atentos a esta necesidad y ser creativos a la hora de responder a ella”.
El obispo Burbidge fue el celebrante principal de la Misa de vigilia, a la que asistieron cerca de 7.000 personas y a la que se unieron 138 sacerdotes, e incluyó a tres cardenales — el cardenal Wilton D. Gregory de Washington, el cardenal Seán P. O’Malley de Boston y el cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico en EE.UU. –, 19 obispos y arzobispos, 31 diáconos y 314 seminaristas. Entre ellos se encontraban también el arzobispo Timothy P. Broglio, de la Arquidiócesis de los Servicios Militares de Estados Unidos, presidente de la USCCB; y dos ex presidentes del comité provida de la USCCB, los arzobispos Joseph F. Naumann, de Kansas City, Kansas, y William E. Lori, de Baltimore, vicepresidente de la USCCB.
El cardenal Pierre leyó un mensaje del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, emitido en nombre del Papa Francisco, quien impartió su bendición a todos los participantes en la Marcha por la Vida del 19 de enero en Washington. El pontífice quien rezó para que Dios fortalezca el compromiso de las personas con la protección de la vida humana en todas sus etapas.
El obispo Burbidge abrió su homilía con un agradecimiento a los partidarios de la vida por su “celo, perseverancia y amor que impulsa su compromiso”. “Les elogió por su dedicación a los ministerios provida de todo el país y por ofrecer “oración, testimonio y defensa… en nombre de los nonatos” en la vigilia y en la Marcha por la Vida del día siguiente.
Frente a “nuestros oponentes” inundados de dinero que les ayuda a “decir falsedades, a engañar a la gente y a presentar a cualquiera que defienda la vida como irracional, radical e intolerante”, dijo el obispo Burbidge, el movimiento provida tiene “la Verdad”.
“Sin embargo, debemos encontrar nuevas formas de comunicarlo”, prosiguió el obispo. “¿Cómo? Sin compromisos. ¿Dónde? Incluso en los lugares más oscuros… a través del servicio y siempre con Cristo en el centro”.
“Toda la vida humana es sagrada. El derecho a la vida es absolutamente fundamental”, afirmó. “Nadie tiene derecho a quitarle directamente la vida a otro. Nadie tiene derecho a devaluar a otro. Nadie tiene derecho a decir qué vidas merece la pena salvar y vivir, y qué vidas no”.
“Nunca debemos negociar la Verdad, sino decirla con amor, llevarla a los lugares más oscuros y seguir sirviendo a las madres, padres y familias necesitadas”, añadió.
Después de la Misa, el arzobispo Naumann iba a dirigir la Hora Santa Nacional por la Vida hasta las 8 de la tarde, seguida de una serie de Horas Santas de devoción eucarística a lo largo de la noche en diócesis de todo el país. El 19 de enero, el obispo Earl K. Fernandes de Columbus, Ohio, celebrará una Misa a las 8 a.m. para clausurar la vigilia.