Los cementerios católicos son lugares sagrados de esperanza

By Andrea Acosta / El Pregonero, OSV News

(OSV News) — Este año, la conmemoración del día de los fieles difuntos es el domingo 2 de noviembre. Las personas fallecidas serán recordadas especialmente ese día, también se oficiarán misas por su memoria antes de esa fecha en las capillas de los cementerios y en algunas parroquias alrededor del mundo.

En este Año Jubilar estamos llamados a ser grandes peregrinos de la esperanza, especialmente en la resurrección de nuestros seres queridos fallecidos, dice el arzobispo de Washington Robert McElroy.

“Encontramos el fundamento de esa esperanza en la resurrección de Jesucristo, que altera toda nuestra comprensión sobre nosotros mismos, nuestras vidas y nuestros destinos”, expresó el cardenal recientemente en el boletín de los Cementerios Católicos de la Arquidiócesis de Washington.

Comentó que la esperanza cristiana –la convicción de que en nuestros momentos de mayor necesidad Dios encontrará la manera de estar con nosotros- es el tema y el desafío del Año Santo que ahora celebramos en la Iglesia universal.

Considera que el más profundo acontecimiento para poner a prueba nuestra esperanza, es la muerte de un ser querido, un familiar o un amigo.

“El poder de Dios sobre la muerte misma y la luz de la resurrección recalibran todos los elementos importantes de nuestra comprensión del significado de nuestras vidas en esta tierra”, dijo el arzobispo con la convicción de que nuestra esperanza se confirma cuando nos encontramos ante las tumbas de nuestros cementerios católicos.

Los cementerios católicos son lugares sagrados de esperanza, donde llevamos nuestro anhelo de estar con nuestros seres queridos fallecidos, de reunirnos con ellos y experimentar su presencia una vez más”, dijo.

Lilliam Machado, presidenta de Cementerios Católicos de la Arquidiócesis de Washington, dice que “para nuestra comunidad hispana, los cementerios católicos son mucho más que lugares de descanso; son terrenos sagrados donde se vive la fe, se honra la memoria y se encuentra consuelo en la promesa de la vida eterna”.

Es un espacio, dice, donde perdura el amor y la esperanza, sostenidos por la oración y la presencia de Dios.

La creencia de “que el amor puede llegar hasta el más allá, que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte, ha sido una convicción fundamental del cristianismo de todos los siglos y sigue siendo también hoy una experiencia consoladora”, dijo el Papa Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi.

Los cementerios católicos son santuarios tranquilos que unen la vida terrenal y la vida eterna. Dado que los cementerios católicos están consagrados formalmente a Dios mediante un ritual sagrado, la tierra apartada y designada por la Iglesia para su uso como lugar de entierro pasa a formar parte tanto de la Iglesia local como de la universal. En esta tierra sagrada, el Señor proporcionará consuelo en su duelo, así como un descanso pacífico para aquellos que descansan en la esperanza de la vida eterna.

Estos cementerios ofrecen el servicio fúnebre tradicional, el mausoleo (nichos), entierro de restos cremados en tierra o en nicho, entierro especial de restos de niños, también de bebés no nacidos y planeamiento del testamento.

Muchos católicos y no católicos se preguntan qué hacer con las cenizas que son sagrados restos de un ser querido. La Iglesia Católica exige que los restos cremados sean tratados con el honor y el respeto que se le debe a todo cuerpo humano. La Iglesia exige el mismo acto con misa fúnebre y entierro, con los restos cremados y aclara que las cenizas de un cuerpo no deben dividirse.

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