El Papa sabía que ‘podría no sobrevivir’, dice su médico

Una rueda de prensa sobre el estado de salud del Papa tiene lugar en el hospital Gemelli de Roma el 22 de marzo de 2025. De izquierda a derecha, los oradores son: Dr. Luigi Carbone, médico personal del papa; Matteo Bruni, director de la oficina de prensa del Vaticano; y el Dr. Sergio Alfieri, que ha dirigido el equipo médico que trata al pontífice en el hospital. Los médicos del Papa anunciaron que sería dado de alta del hospital y regresaría a su residencia en el Vaticano al día siguiente. (Foto CNS/Pablo Esparza)

Por Cindy Wooden, Catholic News Service

ROMA — Para el equipo médico del Papa Francisco en el hospital Gemelli de Roma, el 28 de febrero fue el día más difícil.

“Por primera vez vi lágrimas en los ojos de algunas personas que estaban a su alrededor”, dijo el Dr. Sergio Alfieri, coordinador de su equipo médico, al diario italiano Corriere della Sera.

“Todos éramos conscientes de que la situación se había deteriorado aún más y de que existía el riesgo de que no saliera adelante”, declaró Alfieri en la entrevista publicada el 25 de marzo, dos días después de que el Papa recibiera el alta hospitalaria y regresara al Vaticano.

El boletín médico vaticano del 28 de febrero decía: “El Santo Padre esta tarde, después de una mañana transcurrida alternando la fisioterapia respiratoria con la oración en la capilla, presentó un ataque aislado de broncoespasmo que, sin embargo, determinó un episodio de vómitos con inhalación y un repentino empeoramiento del cuadro respiratorio”.

Los médicos le aspiraron las vías respiratorias y le pusieron en ventilación mecánica no invasiva, una máquina que suministra aire con oxígeno añadido a través de una máscara ajustada y que utiliza presión positiva para ayudar a respirar.

Alfieri y funcionarios del Vaticano han dicho varias veces que el Papa Francisco nunca fue intubado y que siempre se mantuvo “alerta y consciente”.

El médico declaró al Corriere: “Tuvimos que elegir entre parar y dejarlo ir, o forzar la situación e intentar con todos los fármacos y terapias posibles, asumiendo el altísimo riesgo de dañar otros órganos. Y al final tomamos ese camino”.

Preguntado por quién tomó la decisión final, Alfieri dijo: “El Santo Padre siempre decide”.

Pero añadió que el Papa Francisco había “delegado todo tipo de decisiones sanitarias en Massimiliano Strappetti, su asistente sanitario personal que conoce perfectamente los deseos del pontífice”.

Strappetti, un enfermero que trabajó en cuidados intensivos en el Gemelli, se unió al servicio de salud del Vaticano en 2002 y se ha convertido en el principal proveedor de atención médica del Papa Francisco, trabajando en consulta con los médicos del Papa.

Strappetti aconsejó: “Inténtalo todo, no te rindas”, dijo Alfieri. “Eso es lo que todos pensamos también. Y nadie se rindió”.

Corriere también preguntó a Alfieri si el Papa Francisco era consciente del peligro que corría.

“Sí”, respondió, “porque siempre estaba alerta. Incluso cuando su estado empeoró, estaba plenamente consciente. Aquella noche fue terrible; él sabía, como nosotros, que podría no sobrevivir a la noche. Vimos al hombre sufriendo. Sin embargo, desde el primer día nos pidió que le dijéramos la verdad y quiso que le dijéramos la verdad sobre su estado”.

Después de 38 días en el hospital, el Papa Francisco regresó al Vaticano, pero Alfieri y los demás miembros de su equipo médico han dicho que necesitará dos meses para recuperarse.

El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, habló con los periodistas el 24 de marzo a la salida de una reunión cerca del Vaticano. Dijo que aún no había visitado al Papa porque quería permitirle descansar.

La Secretaría de Estado y todas las oficinas del Vaticano siguen trabajando con normalidad, dijo.

“Creo que por el momento sólo se someterán al Papa las cuestiones más importantes, temas que requieren una decisión por su parte también para no cansarle demasiado”, dijo el cardenal Parolin. “Luego, a medida que se recupere, volveremos al ritmo normal”.

Saludando a la gente reunida fuera del hospital Gemelli antes de salir el 23 de marzo, el Papa Francisco estaba obviamente débil, y su voz era apenas audible.

Aunque sus médicos le han instado a evitar reuniones con grandes grupos, el cardenal Parolin dijo que esperaba que el Papa pudiera al menos saludar brevemente al rey Carlos III de Gran Bretaña, que tenía previsto realizar una visita de Estado al Vaticano el 8 de abril.

A finales del 25 de marzo, el Palacio de Buckingham anunció que los reyes Carlos y Camilla habían pospuesto su visita al Vaticano a una fecha indeterminada “ya que el consejo médico ha sugerido ahora que el Papa Francisco se beneficiaría de un período prolongado de descanso y recuperación”.

“Sus majestades envían al papa sus mejores deseos para su convalecencia y esperan visitarlo en la Santa Sede una vez que se haya recuperado”, decía el comunicado.

Los primeros días del Papa Francisco de regreso a casa tuvieron un ritmo de descanso, trabajo, oración y terapia, tanto respiratoria como física, dijo la oficina de prensa del Vaticano. Una enfermera estaba presente las 24 horas del día, y el Papa alternaba entre el uso de oxígeno de alto flujo, oxígeno mezclado con aire ambiente y no tuvo necesidad de usar la cánula nasal.

El Papa Francisco concelebró la Misa del 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, en la pequeña capilla cercana a su habitación en el segundo piso de su residencia, añadió la oficina de prensa. No precisó quiénes eran los otros concelebrantes.


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