
Por Justin McLellan
CIUDAD DEL VATICANO — El actual Sínodo de los Obispos de la Iglesia Católica no debe ser un “parlamento para reclamar derechos”, sino un “camino según el Espíritu”, dijo el Papa Francisco.
El Sínodo, que busca recoger las aportaciones de todos los católicos bautizados sobre la construcción de una Iglesia que escucha, no es “la ocasión para ir donde nos lleva el viento, sino la oportunidad para ser dóciles al soplo del Espíritu”, dijo.
En su homilía de la Misa de Pentecostés en la Basílica de San Pedro el 28 de mayo, el Papa dijo que el Espíritu Santo es “el corazón de la sinodalidad y el motor de la evangelización”.
“Sin él, la Iglesia permanece inerte, la fe es una mera doctrina, la moral sólo un deber” y “la pastoral un simple trabajo”, dijo. “A veces escuchamos a los así llamados pensadores, teólogos, que nos dan doctrinas frías, parecen matemáticas porque en el interior les falta el Espíritu”.
El Papa Francisco, sentado a un lado del altar mayor de la basílica, habló sin dificultad apenas dos días después de haber despejado su agenda del día debido a una fiebre.
El cardenal brasileño João Braz de Aviz, prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, fue el celebrante principal en el altar junto a los cardenales Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, y Leonardo Sandri, vicedecano.
Reflexionando sobre el relato de San Juan en el que Jesús sopló sobre los apóstoles para impartirles el Espíritu Santo, el Papa Francisco instó a los cristianos a buscar la armonía en la Iglesia sin acabar con las diferencias que enriquecen su carácter.
“El Espíritu no dio comienzo a la Iglesia impartiendo instrucciones y normas a la comunidad, sino descendiendo sobre cada uno de los apóstoles; cada uno recibió gracias particulares y carismas diferentes”, explicó. El Espíritu “no eliminó las diferencias, las culturas, sino que armonizó todo sin homologar, sin uniformar”.
Abrazar la diferencia, dijo el Papa, es clave para resistir la tentación de mirar atrás en el tiempo con nostalgia o quedar “atrapados en nuestros planes y proyectos.”
En Pentecostés, sin embargo, “empieza la vida de la Iglesia; no por un plan preciso y articulado, sino por la experiencia del mismo amor de Dios”, dijo.
El Papa Francisco pidió a los cristianos que invoquen diariamente al Espíritu Santo para crear armonía allí donde haya división en la Iglesia y fuera de ella.
“Pensemos en las guerras, en tantos conflictos, parece increíble el mal que el hombre puede llegar a realizar. Pero, en realidad, lo que alimenta nuestras hostilidades es el espíritu de la división, el diablo, cuyo nombre significa precisamente ‘el que divide'”, dijo.
Por el contrario, el Espíritu Santo “se opone al espíritu de división porque es armonía; Espíritu de unidad que trae la paz”.
“Si el mundo está dividido, si la Iglesia se polariza, si el corazón se fragmenta, no perdamos tiempo criticando a los demás y enojándonos con nosotros mismos”, dijo el Papa Francisco, “sino invoquemos al Espíritu”.
El Papa animó a los cristianos a reflexionar sobre su relación con el Espíritu Santo y les pidió que desarrollen una fe que sea “dócil al Espíritu”, y no “obstinadamente apegada” a “las llamadas doctrinas que son sólo expresiones frías de la vida”.
“Si queremos armonía busquemos (al Espíritu), no a los sucedáneos mundanos”, dijo.
Al final de la Misa, el Papa Francisco sonrió y saludó a los espectadores mientras bajaba sentado en una silla de ruedas por la nave central de la basílica.
Recitando la oración “Regina Coeli” con unas 15,000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro después de la Misa, el Papa Francisco volvió a hablar del sínodo, pidiendo a la gente que se uniera a las oraciones especiales previstas para el 31 de mayo, el final del mes tradicionalmente dedicado a María.
“Al concluir el mes de mayo”, dijo, “están previstos momentos de oración en los santuarios marianos de todo el mundo para apoyar la preparación de la próxima Asamblea Ordinaria del Sínodo de los obispos”, que está prevista que se reúna en octubre en el Vaticano. “Pedimos a la Virgen María que acompañe con su protección materna esta importante etapa del Sínodo”.
“Y a Ella confiamos también el deseo de paz de tantas poblaciones del mundo, especialmente de la atormentada Ucrania”, dijo.