Este escrito es parte de una serie enfocada a dar respuestas a preguntas realizadas por jóvenes.
¿Hay lugar para el machismo cuando los obispos, sacerdotes y diáconos dependen de las mujeres para la vida de la Iglesia? Las mujeres están dotadas de una misión por su bautismo. Todos los bautizados se convierten en sacerdotes, profetas y reyes participando de la dignidad y responsabilidad de ellos mismos.
El machismo o un sentido exagerado de hombría surge de una actitud de que los hombres tienen derecho a dominar. Por supuesto, queremos apoyar a los niños y jóvenes para que se vuelvan fuertes y decididos, pero la comprensión, la ternura y el respeto también son cualidades necesarias para convertirse en hombres y mujeres completos.
San Juan Pablo II en su Carta Apostólica de 1988, Mulieris Dignatatem; Sobre la Dignidad y Vocación de la Mujer, escribió que las mujeres no pueden convertirse en objetos de dominio o posesión de los hombres.
Brevemente, examinen la carta de San Pablo a los Efesios 5. Esta carta puede fácilmente interpretarse como que coloca a los hombres en una posición dominante. El Santo Padre enseña explícitamente que el apóstol Pablo pretendía algo nuevo para su época. En lugar de la dominación masculina, Pablo enseñó la sumisión mutua. En este sentido, tanto hombres como mujeres deben someterse a Cristo.
La mancha del machismo o la dominación masculina se desvanecerá con el esfuerzo consciente y la oración. Por lo tanto, la Iglesia busca promover la dignidad de la mujer y la sumisión mutua de hombres y mujeres a Cristo. Podemos ver esta reciprocidad o dignidad compartida y algunos deberes, especialmente en el matrimonio.
Ciertamente, la Iglesia apoya plenamente a las parejas que luchan por una especie de igualdad que prohíbe el machismo o la dominación. Más allá del matrimonio, la Iglesia ilustra la colaboración mutua de hombres y mujeres, de los bautizados, en el servicio de la Iglesia.
El padre Michael Tobin es párroco de las parroquias St. Rita y St. Luke en Louisville, KY.